Mexicanos de todos los perfiles acudieron durante ayer y hoy a la gran subasta pública en la que ya se han ofrecido más de 68 millones de pesos (unos 5 millones de dólares) por toda suerte de objetos incautados en aduanas y por delitos federales, entre estos de narcotraficantes.
Atuendos deportivos convivían con trajes de ejecutivo entre el público reunido en un lujoso hotel de la capital mexicana, donde se pujó por relojes y joyas de lujo, pero también por helicópteros, camionetas, mesas de billar, material de oficina e incluso juguetes.
El director corporativo de Mercadotecnia y Comercialización del SAE (Servicio mexicano de Administración y Enajenación), Ernesto Martínez Franco, se congratuló ante Efe de la buena recaudación obtenida, de la que espera que al final del día supere en "al menos 80 millones de pesos" (unos 6.5 millones de dólares) la suma de los precios mínimos de todo el conjunto.
De los 590 lotes que integran el catálogo de la subasta, el que logró el previo más alto fue uno de helicópteros, un Bell 206, que se vendió por 3.2 millones de pesos (unos 260 mil dólares), cifra que duplica su precio de salida.
Todos estos bienes son administrados por el SAE desde que fueran confiscados, en su mayoría, en las aduanas mexicanas, por no cumplir con los requerimientos legales para entrar en el país.
Aún así, la mayoría de las piezas de joyería y relojería proceden de operativos contra la delincuencia, lo que ha hecho que sean muy comentadas estos días por la prensa local, que especuló con que algunas de ellas pudieran haber pertenecido a algún capo del narcotráfico mexicano.
Es el caso de la sortija que detentaba el mayor precio de salida de todo el catálogo, 1.4 millones de pesos (alrededor de 114 mil dólares), cuyo grosor con un diamante de 12.5 quilates que la corona no conquistó a ninguno de los postores, por lo que deberá ser subastada de nuevo.
De esta sortija se desconoce su procedencia exacta, algo que quizás intimide a los compradores, que pujaron por indiscretas joyas de oro y piedras preciosas que podrían haber pertenecido a cualquier tipo de delincuente.
Además, el origen de estos bienes se remonta hasta seis años atrás, el período que, según Martínez Franco, han permanecido muchos sin que nadie pudiese disponer de ellos, mientras los procesos judiciales en los que estaban involucrados se desarrollaban.
Pero el funcionario del SAE considera que este tipo de subasta más bien debería tranquilizar a la sociedad mexicana, ya que "se sabe con certeza que sucede con los bienes confiscados".
Martínez Franco explicó que el perfil de los compradores varía según la mercancía ofertada, ya que ayer el sitio se llenó de importantes joyeros que buscaban piezas y oro para sus colecciones, en la tarde llegaron empresarios e industriales, mientras que hoy la cita fue con los amantes de la aeronáutica.
A pesar de la velocidad con la que el presentador entona los precios del catálogo, este alto cargo del SAE avisa de que la subasta se prolongará hasta bien entrada la noche, como ya sucedió ayer.
Culpables de ello son los bienes más competidos por el público, que esta ocasión fueron, dijo, un lote de maquinaria vendido en unos 815 mil dólares comparado con los dos mil del precio de salida, y otro de adornos navideños que se adquirió por 216 mil dólares (12 mil de precio de salida), tal vez por la cercanía de las fiestas.
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