Los discursos y las balas no se llevan bien, y mucho menos los informes de gobierno y las bazucas. Para Nuevo León, octubre es el mes más cruel: a la granada arrojada la noche del dos de octubre a una plaza de Guadalupe, frente a la presidencia municipal, con saldo de 14 personas heridas, siguió una balacera en Paseo Morelos tres días después, donde perdió la vida una estudiante de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Nuevo León y hubo cinco lesionados. Del celador del Penal de Topo Chico, a quien supuestamente iban dirigidas las balas y sobrevivió, nunca más se supo nada.
Siguió la muerte de dos mujeres en un mercado rodante de Guadalupe, balaceras en distintos puntos de la ciudad, una granada contra el edificio de la Policía Estatal y, para concluir, la joya negra de la corona: el jueves 14 se registraron 32 bloqueos y un tiroteo a la misma hora en que Rodrigo Medina de la Cruz, gobernador del estado, rendía su Primer Informe de Gobierno. En éste reinaron los espaldarazos, los dobles discursos y las protestas, y en el que, a pesar de todo, la clase política tricolor arropó a su cachorro. Medina dio abrazos efusivos a Fidel Herrera, gobernador de Veracruz; a Humberto Moreira, de Coahuila, y a César Duarte, de Chihuahua. Lo mismo hizo con Egidio Torre, de Tamaulipas; con Ney González, de Nayarit; Enrique Peña Nieto, del Estado de México, y Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal, quien vino en representación del presidente Felipe Calderón. Pero a Fernando Larrazabal, alcalde de Monterrey, casi lo dejó con la mano extendida.
ENTRE DISCURSOS Y CONJURAS
“Un año de claroscuros”, “atacarlos del frente” (a los integrantes de la delincuencia organizada), “no vamos a doblar el brazo”, “conste que yo no empecé” (al referirse a los dardos envenenados de Francisco Ramírez Acuña, ex secretario de Gobernación), “no vamos a caer en un juego de dobles discursos”, “vienen integrantes de Acción Nacional a incendiar el estado”, “no es momento de señalar culpables, sino de trabajar”, fueron las frases más enfáticas del mensaje del gobernador regiomontano.
La Macroplaza y el Palacio de Gobierno fueron blindados, pero al poniente, a 20 kilómetros de Monterrey, en el entronque de los municipios de Santa Catarina y García, las balas hablaron. Fue el primero de al menos tres tiroteos. Este enfrentamiento originó una persecución que culminó frente a una tienda comercial y una gasolinera. Los pistoleros lanzaron granadas contra los marinos, y un bazucazo cegó la vida de tres de los perseguidos y la de un soldado. Hubo, además, 10 detenidos y aseguramiento de vehículos, armas y droga.
Otra lluvia de balas se dio en las instalaciones de la Policía Ministerial (Gonzalitos y Ruiz Cortines), y hubo una más en Anillo Periférico y San Nicolás: frente a las instalaciones de la Ministerial, en el Gimnasio Nuevo León, se realizaba una competencia de grupos gimnásticos. Competidores y asistentes terminaron pecho a tierra.
Los reclamos de Medina a sus detractores subieron de tono: “En este tema ha habido aciertos y desaciertos, victorias y pérdidas, pero también embestidas dirigidas y, ¿por qué no decirlo?, ataques partidistas, de grupos de interés o de algún medio de comunicación, para manipular la percepción de la ciudadanía y denostar al gobierno. (…) Hay que decirlo con todas sus letras: el crimen organizado se beneficia de autoridades cuestionadas, desgastadas y desprestigiadas, y algunos le hacen el juego, quiero pensar, inocentemente. Sorprende, insisto, que estos ex funcionarios de la Federación y legisladores, que alardean cercanía con el Poder Ejecutivo y comparten su filiación partidaria, acudan a Nuevo León a perder el tiempo en torpes conjuras, maniobras inconfesables que revelan las pequeñas ambiciones de quienes las protagonizan”, arremetía Rodrigo. Por la mañana, frente a un Congreso iracundo, habían salido a flote pancartas de los albiazules: “Basta de discursos, ¡resultados!”. Los gritos: “De seguir perdiendo el tiempo, su periodo de gobernador será breve”. Y más pancartas: “Si ya no nos vemos, que te vaya bien, Rodrigo”.
Los invitados especiales no perdieron oportunidad para salir en la foto. Humberto Moreira enfatizó que el gobierno federal es “un luchador rudo” con la administración de Medina de la Cruz, criticó el doble discurso calderonista y de paso se destapó para la dirigencia de su partido una vez que se emita la convocatoria respectiva. Peña Nieto cuestionó a quienes se aprovechan de los momentos difíciles para llevar agua a su molino.
PARÁLISIS ARTERIAL
Los bloqueos en zonas estratégicas de la ciudad empezaron a asfixiar San Pedro, San Nicolás, Santa Catarina, Apodaca, Escobedo, Guadalupe y García. De los 32narcobloqueos, por lo menos 15 fueron en Monterrey, uno de ellos a unas cuadras del Palacio de Gobierno, en Padre Mier y Cuauhtémoc, así como en Pino Suárez y Constitución. Por primera vez hubo uno en el Túnel de la Loma Larga, que comunica a Monterrey con San Pedro. De las 19 a las 22 horas la ciudad se convirtió en un caos: embotellamientos, automovilistas despojados de vehículos, gritos, cláxones, ambulancias, convoyes de marinos y policías estatales, arterias de alta circulación ahorcadas por autos y camiones atravesados. Al final, sólo uno de los bloqueadores fue detenido por disparar a las oficinas de la Policía Ministerial.
Por lo pronto la temporada de caza, en la que la presa son celadores, sigue. Dos de ellos fueron sorprendidos por las balas el lunes 18, cerca del Penal del Topo Chico. “Para que quede claro: no se hizo a tiempo lo que se tenía que hacer”, había dicho Rodrigo Medina en agosto pasado, cuando estaciones de radio y canales de televisión detuvieron su programación habitual para transmitir los spots de un gobernador que preparaba el terreno para su Primer Informe, en clara alusión a su mentor y predecesor. El mensaje era muy claro: el monstruo (el crimen organizado) creció en Nuevo León porque no se realizaron las acciones necesarias a su debido tiempo. En todo esto, hay una cosa cierta: el mito regiomontano de los obreros en mangas de camisa, acuñado por Alfonso Reyes, se derrumbó ya al sonoro rugir de las balas, las esquirlas y las bazucas.
REAPARECE SÚPER NATI
A un año de haber dejado la silla del Palacio de Cantera, el ex gobernador José Natividad González Parás confiesa que el narco quiso negociar con él. Fue en su administración donde aparecieron los primeros mensajes: cadáveres con recados clavados con picahielo en los que se acusaba a funcionarios estatales de estar del lado del cártel de Sinaloa. Durante su gestión fue ejecutado en una céntrica plaza de San Pedro el entonces titular de la Agencia Estatal de Investigaciones, Marcelo Garza y Garza, sin que a la fecha haya culpables.
En su reaparición Nati cruzó jabs con Ramírez Acuña, y habló de la narcopolítica, surgida, dijo, en el sexenio de Fox.
El mes más cruel
El recuento de los daños, sólo del primero al 17 de octubre, es a todas luces negativo: el dos hubo un ejecutado en el municipio de Santiago. Ese mismo día, un comando acribilló a una persona y a otra la levantó. El cinco, una balacera en la colonia Caracol dejó un muerto, mientras que también hubo un asesinato en La Estanzuela, y al sur de Monterrey fue encontrado un cadáver en la Carretera Nacional. Otro tiroteo en Guadalupe dejó un muerto y dos lesionados. Al día siguiente hubo dos ejecuciones en avenida Madero. El seis se dio la balacera de Paseo Morelos: un muerto y seis lesionados; el mismo día acribillaron a un taxista en la colonia Independencia, y dos días después un hombre fue ejecutado en San Nicolás. El 10, dos cuerpos fueron arrojados en la carretera a Reynosa, y un cadáver amaneció en un camellón frente a la Secretaría de Seguridad. Apenas dos días después 10 balazos acabaron con la vida del escolta de la esposa e hija de un empresario. Dos riñas en el Penal de Cadereyta, los días 12 y 13, ocasionaron dos muertes. El 14 hubo cuatro muertos y 32 bloqueos. El 15 un ex agente ministerial fue acribillado en San Nicolás. La cosecha de violencia no acaba.
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