A pesar de que la heroína y el resto de los opiáceos no son la última moda en drogas ni representan el mayor mercado de sustancias ilícitas en términos de valor económico, sí son los que actualmente suponen más peligros para la salud y la estabilidad globales. Aunque en la presentación del “Informe Mundial sobre las Drogas 2010”, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) buscó resaltar los logros conseguidos en los últimos años respecto a la contención de la producción de este tipo de drogas, una lectura más profunda del mismo estudio muestra que la problemática ha crecido exponencialmente en las últimas décadas.
Es cierto que la superficie total dedicada al cultivo de adormidera —la planta del opio opapaver somniferum— se redujo a 181 mil 400 hectáreas en 2009, lo que representa una cifra 15 por ciento menor que la del año anterior y 23 por ciento menor que la de 2007. Asimismo, la producción global de opio se redujo de ocho mil 890 toneladas en 2007 a siete mil 754 toneladas en 2009, una disminución de 13 por ciento. Pero si se amplía el periodo analizado, se puede observar que su nivel todavía es muy alto comparado con el registrado en los años ochenta y noventa. De la década de los ochenta a la fecha, la producción global de opio se ha multiplicado: entre 1998 y 2009 creció 78 por ciento, y sólo en Afganistán (el principal país productor), en este mismo lapso la producción se incrementó en más de 156 por ciento.
Según las cifras más recientes de la UNODC, la superficie dedicada al cultivo deadormidera podría mantenerse estable en 2010, pero su rendimiento probablemente registrará una importante caída debido a una plaga que afecta a la planta y que se ha propagado por el suelo afgano. Aun con el retroceso que previsiblemente registrará la producción en Afganistán, es difícil que parte de la demanda mundial quede insatisfecha, pues en los últimos años la oferta ha superado de tal forma a la demanda que los traficantes han acumulado inventarios por más de 12 mil toneladas de opio, que les permitirían abastecer el consumo mundial por aproximadamente dos años y medio.
No obstante, cuando la tendencia en la producción de opiáceos ha dejado de ser ascendente, lo que es un logro significativo, esta droga todavía supone importantes riesgos para la comunidad internacional debido a su alta capacidad para generar adicción entre sus consumidores, por su elevada correlación con la transmisión de enfermedades y porque la industria sirve de fuente de financiamiento para peligrosos grupos terroristas.
NO EL MÁS GRANDE
Del mercado global de sustancias ilícitas, el de los opiáceos no es el mayor ni en número de consumidores ni en derrama económica. La UNODC estima que el valor de mercado de la cocaína consumida mundialmente en 2008 fue de 88 mil millones de dólares (mmd), mientras que el valor de los opiáceos en las ventas al menudeo asciende a 65 mmd, de los cuales 55 mmd provienen de la heroína, y el resto se reparte, principalmente, entre opio, morfina y codeína. En cuanto al número de usuarios, se calcula que en todo el planeta hay entre 155 y 250 millones de consumidores de sustancias ilícitas, de los cuales la abrumadora mayoría utiliza productos derivados del cannabis (entre 128.9 y 190.8 millones de personas); les siguen los usuarios de estimulantes de tipo anfetamínico (entre 13.7 y 52.9 millones), de cocaína (entre 15.1 y 19.4 millones) y, al final, de opiáceos (entre 12.8 y 21.9 millones).
La heroína es el opiáceo ilícito más consumido en el mundo; pero el opio también puede ser consumido sin procesar. Según el informe de la UNODC, dos terceras partes del opio que no se transforma en heroína se consume únicamente en cinco países: la República Islámica del Irán (42 por ciento), Afganistán (siete por ciento), Pakistán (siete por ciento), India (seis por ciento) y Rusia (cinco por ciento). Si bien la mayor parte de la producción de opiáceos ilícitos del mundo tiene lugar en Afganistán (seis mil 900 toneladas de opio, 89 por ciento de la producción mundial en 2009), también se producen cantidades importantes en Myanmar (330 toneladas) y en América Latina, principalmente en México y Colombia.
Del lado del consumo, el reporte señala que los dos mercados más grandes del mundo para los opiáceos provenientes de Afganistán son Rusia y Europa occidental, en donde se consume, en conjunto, casi la mitad de la heroína producida globalmente. Se calcula que en 2008 se consumieron aproximadamente 343 toneladas de heroína a escala mundial.
Para atender esa demanda, si se tienen en cuenta las incautaciones realizadas, tuvieron que producirse alrededor de 430 toneladas de la sustancia. Según estimaciones de la UNODC, cerca de 380 toneladas correspondieron ese año a heroína elaborada con opio afgano, con la que se abasteció la mayor parte de la demanda mundial.
EL MÁS PELIGROSO
Para Naciones Unidas, los opiáceos son la droga más problemática para la comunidad internacional, dado que en la mayoría de los países constituye la principal causa de muerte del total de decesos relacionados con el consumo de drogas. El uso de opiáceos puede conducir a una severa dependencia, y generalmente está asociado con la transmisión del VIH y de enfermedades como la hepatitis B y C, debido a la utilización de jeringas infectadas. Por si fuera poco, también suele haber una alta correlación entre la adicción a este tipo de drogas y altas tasas de mortalidad. “La tasa de mortalidad para los heroinómanos es entre seis y 20 veces más alta que la esperada para la población general del mismo sexo y edad; además, la diferencia entre una ‘dosis recreativa’ y una ‘dosis fatal’ es muy pequeña; frecuentemente variaciones en la pureza de esta droga en las calles son causantes de sobredosis”, destaca el informe. En el mismo sentido, un estudio elaborado recientemente por el gobierno de España en el marco de su Plan Nacional sobre Drogas indica que una de cada cuatro personas que prueba la heroína alguna vez en su vida termina padeciendo adicción a la sustancia.
Además, el mercado de este tipo de estupefacientes también tiene serias consecuencias sobre la estabilidad política y la paz en diversas regiones del orbe, pues el procesamiento y el tráfico de opiáceos representan una importante fuente de ingreso para insurgentes en algunos países como Afganistán, Pakistán y Myanmar. “En Afganistán, un estimado conservador sugiere que los insurgentes talibanes generan alrededor de 125 millones de dólares anuales en ganancias provenientes sólo del comercio local de opio y heroína. En Pakistán, aliados de los talibanes como Al-Qaeda y grupos de ideología similar tienen bases a lo largo de las principales rutas de tráfico de opio y heroína, localizadas de tal manera que se benefician del tráfico”, detalla el reporte de la UNODC.
PROBLEMA CERCANO Y CRECIENTE
Si el problema de los opiáceos y la heroína parece muy lejano o poco significativo para Latinoamérica, en los últimos años la situación ha cambiado considerablemente. Las cifras de la UNODC indican que hasta antes de 2006 la producción de opio en la zona rondaba las 130 toneladas anuales; pero, a partir del año 2003, México se convirtió en el tercer productor más importante a nivel mundial, ya que en 2008 registró un incremento de 120 por ciento en su producción anual, la cual llegó a 325 toneladas, las cuales son procesadas para la elaboración de heroína, la que posteriormente es exportada, en su mayor parte, a Estados Unidos.
Datos contenidos en el estudio “Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas 2010” (National Drug Threat Assessment 2010), elaborado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, muestran que la producción potencial de heroína pura en México pasó de ocho toneladas en 2005, a 13 toneladas en 2006, 18 en 2007 y llegó a un máximo de 38 toneladas en 2008. En el mismo sentido, refiere que la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA, por su siglas en inglés) cuenta con información de que la pureza de la heroína mexicana ha continuado incrementándose en los últimos años, hasta llegar a un valor de 40 por ciento en 2008. Además, en el mismo año la droga mexicana representó, en cuanto a peso, 39 por ciento de toda la heroína analizada por el programa de esta agencia para identificar la procedencia de la heroína comercializada en suelo estadunidense, el llamado Heroin Signature Program (HSP).
La heroína mexicana ha ido desplazando a la proveniente del Cono Sur en el mercado estadunidense: “La representación de la heroína sudamericana en el HSP decreció pronunciadamente hasta 58 por ciento (por peso) en 2008, de un máximo de 88 por ciento en 2003. La disminución de la proporción de la heroína sudamericana analizada en el HSP es resultado de un incremento significativo de las muestras de heroína mexicana confiscada y analizada en el programa, 300 kilogramos en 2008 comparados con los 136 registrados en 2007”. Asimismo, el informe también señala que no sólo se están dando cambios en la capacidad de los cárteles mexicanos para ocupar una proporción más significativa del mercado de heroína en ciudades antes dominadas por organizaciones sudamericanas, sino que también hay reportes de que en México se está comenzando a producir heroína blanca mediante técnicas colombianas de procesamiento, además de que también se han empezado a distribuir mezclas de heroína de distintas procedencias, lo cual puede tener importantes consecuencias para la salud de los adictos en ambos lados de la frontera.
ESO COMPA INFORMARSE Y EDUCAR ALA RAZA ES LO PRIMORDIAL
ResponderEliminarESO COMPA INFORMARSE Y EDUCAR ALA RAZA ES LO PRIMORDIAL
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