Un padre de familia y su hijo de 8 años fueron asesinados a balazos y luego sus cuerpos calcinados.
Con más de una treintena de disparos de arma de fuego, fueron victimados padre e hijo, el menor de sólo 8 años de edad, los criminales tras terminar de accionar sus armas de fuego, les prendieron fuego con bombas molotov y los cuerpos ardieron junto con la camioneta que tripulaban marca Chevrolet Suburban, de modelo antiguo.
De acuerdo a las investigaciones preliminares de la autoridad, el menor respondía en vida al nombre de Bryan Andrade, quien tenía varios impactos de bala en su pequeño cuerpo.
Los hechos se registraron pasadas las 17:10 horas de ayer, en el cruce de las calles Durazno y Santos Dumont, de la Colonia Villas Colonial Etapa 2.
Durante la agresión a balazos, el padre del menor bajó del
svehículo y quedó a un costado del mismo, por lo que de acuerdo a los peritos de la fiscalía, su cuerpo no sufrió calcinación total, si no de un 60 por ciento aproximadamente, mientras que su hijo, quedó totalmente carbonizado, ya que murió al interior de la unidad, lo que provocó que sufriera la expansión de la conflagración.
El progenitor, extraoficialmente, se mencionó respondía al nombre de Fidel Andrade, de 35 años de edad.
Tras la agresión, los vecinos hicieron llamados de emergencia al 066, para que las autoridades enviaran el apoyo que demanda quienes han sido víctimas de una agresión.
Cuando las autoridades arribaron al lugar de los hechos, fue grande su sorpresa, al darse cuenta que la camioneta Suburban, modelo 1985 aproximadamente, ardía completamente con dos cadáveres.
Por lo que fue necesaria la presencia de los bomberos para sofocar el fuego.
En el lugar de la agresión los elementos de la Fiscalía General de Justicia del Estado Zona Norte, lograron levantar más de 30 casquillos percutidos de diversos calibres.
El panorama era desolador, porque la unidad móvil ardía, y al apagar el fuego humeaba junto con los cuerpos.
Tras al artero crimen, los asesinos huyeron del lugar y dejaron una estela de muerte y violencia.
Hasta el lugar hicieron su arribo elementos federales y soldados, los que no permitieron que los familiares se acercaran a ver a las víctimas.
Testigos dijeron que padre e hijo fueron interceptados por un grupo de encapuchados, antes de asesinarlos.
Finalmente los cuerpos inertes fueron llevados por personal del Servicio Médico Forense, a las instalaciones del Laboratorio de Criminología.
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Con más de una treintena de disparos de arma de fuego, fueron victimados padre e hijo, el menor de sólo 8 años de edad, los criminales tras terminar de accionar sus armas de fuego, les prendieron fuego con bombas molotov y los cuerpos ardieron junto con la camioneta que tripulaban marca Chevrolet Suburban, de modelo antiguo.
De acuerdo a las investigaciones preliminares de la autoridad, el menor respondía en vida al nombre de Bryan Andrade, quien tenía varios impactos de bala en su pequeño cuerpo.
Los hechos se registraron pasadas las 17:10 horas de ayer, en el cruce de las calles Durazno y Santos Dumont, de la Colonia Villas Colonial Etapa 2.
Durante la agresión a balazos, el padre del menor bajó del
svehículo y quedó a un costado del mismo, por lo que de acuerdo a los peritos de la fiscalía, su cuerpo no sufrió calcinación total, si no de un 60 por ciento aproximadamente, mientras que su hijo, quedó totalmente carbonizado, ya que murió al interior de la unidad, lo que provocó que sufriera la expansión de la conflagración.
El progenitor, extraoficialmente, se mencionó respondía al nombre de Fidel Andrade, de 35 años de edad.
Tras la agresión, los vecinos hicieron llamados de emergencia al 066, para que las autoridades enviaran el apoyo que demanda quienes han sido víctimas de una agresión.
Cuando las autoridades arribaron al lugar de los hechos, fue grande su sorpresa, al darse cuenta que la camioneta Suburban, modelo 1985 aproximadamente, ardía completamente con dos cadáveres.
Por lo que fue necesaria la presencia de los bomberos para sofocar el fuego.
En el lugar de la agresión los elementos de la Fiscalía General de Justicia del Estado Zona Norte, lograron levantar más de 30 casquillos percutidos de diversos calibres.
El panorama era desolador, porque la unidad móvil ardía, y al apagar el fuego humeaba junto con los cuerpos.
Tras al artero crimen, los asesinos huyeron del lugar y dejaron una estela de muerte y violencia.
Hasta el lugar hicieron su arribo elementos federales y soldados, los que no permitieron que los familiares se acercaran a ver a las víctimas.
Testigos dijeron que padre e hijo fueron interceptados por un grupo de encapuchados, antes de asesinarlos.
Finalmente los cuerpos inertes fueron llevados por personal del Servicio Médico Forense, a las instalaciones del Laboratorio de Criminología.
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