Las pandillas de maras de Honduras buscan negociar directamente con los cárteles mexicanos y colombianos, por lo que hoy intentan apoderarse violentamente del control de los grupos del narcotráfico que operan en la nación centroamericana, comentó el fiscal general adjunto de Honduras, Roy David Urtecho.
Los grupos de mara MS-13 y M-18, que agrupan a más de 70 mil jóvenes y que tradicionalmente habían servido de burreros y sicarios a los capos, han comenzado una guerra para apoderarse del control y operación del narcotráfico en Honduras y ello significa un grave peligro, advirtió el funcionario de ese país.
Al participar en el foro internacional “Problemas Actuales del Derecho Penal”, el funcionario comentó que el cártel mexicano de Sinaloa es uno de los grupos con mayor presencia en ese país, y aseguró que el territorio hondureño pretende ser usado por ese cártel y otros de México y de Colombia como una gigantesca pista de aterrizaje para cargamentos de droga.
Luego de participar en el evento organizado por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), comentó que se tuvo conocimiento de que el capo mexicano Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán, estuvo presente en territorio hondureño, pero toda la información al respecto es reservada por ser parte de investigaciones en curso. Lo cierto, añadió, “es que hemos encontrado muchas aeronaves quemadas que provienen de Venezuela y Colombia y que consideramos traían cargamentos de drogas”.
El fiscal general adjunto de Honduras consideró que desde 2002 el problema del pandillerismo en esa nación se agravó con las deportaciones masivas de trabajadores migrantes latinos que realizó el gobierno de Estados Unidos, entre quienes se encontraban miembros de las pandillas de las MS-13 y M-18.
Desde ese momento, comentó, el fenómeno del pandillerismo comenzó a extenderse y poco a poco comenzó a vincularse con grupos del narcotráfico, sirviendo como transportadores o burreros de droga o como sicarios.
Nuevas aspiraciones
Desde hace al menos dos años, los miembros de las pandillas de Maras comenzaron a mutar sus estructuras de operación en Honduras, por lo que ahora ya no se conforman con el papel que venían desempeñando. “Ahora quieren el poder, quieren entenderse directamente con los cárteles de las drogas de México y de Colombia”, aseguró el funcionario.
“Vieron que tenían el control sobre las acciones de violencia y ahora enfocaron sus baterías hacia quienes eran sus jefes; pasaron de ser el brazo armado a querer controlar el negocio en todas sus etapas, y el punto que tienen a su favor es que poseen, hasta el momento, el monopolio de la violencia y conocen las rutas por donde pasan las drogas”, comentó el fiscal.
Aseguró que los nuevos miembros de las maras han mutado sus comportamientos, al tal grado que han dejado de tatuarse y han cambiado su aspecto para mimetizarse entre el resto de la población. Eso se explica, dijo, por la lucha que han iniciado para controlar los cárteles del Atlántico y del Norte, principales grupos del narcotráfico que operan en Honduras.
Primero bajo argumentos de álgida pobreza y marginación, los maras han dejado delitos comunes como robos para refugiarse en los tentáculos del crimen organizado, ya sea llevando droga de una región a otra, de un país a otro, realizando extorsiones, secuestros o ejecutando a rivales, pero las nuevas generaciones buscan estar entre los herederos de los actuales líderes del narcotráfico.
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